Las tradiciones, como la Fiesta Nacional de Teatro, se consolidan con la repetición de las actividades, que cuando se refieren a expresiones culturales tienen el agregado de lo ritual. La rutina de que todos los años ocurra un evento permite preverlo y esperarlo, garantizar la convocatoria masiva y ratificarlo como un punto de encuentro que, en el caso de lo artístico, siempre tiene la sorpresa de cada propuesta en su ADN.

En ese campo, lo que pasa año tras año es distinto en cada ocasión: permite así registrar evoluciones, crecimientos, involuciones, cambios, desafíos, experimentaciones y una larga lista de demás aportes que forman parte de la creatividad puesta al servicio del público.

Por inspiración de Carlos Gorostiza, en momentos en que era secretario de Cultura de la Nación en tiempos de Raúl Alfonsín, nació en 1985 la Fiesta Nacional del Teatro como un encuentro anual de teatristas de todo el país, para la difusión y el intercambio de experiencias. Los primeros cinco años, los elencos se convocaron en el Teatro Nacional Cervantes de la Capital Federal. Las provincias realizaban previamente una competencia selectiva local para definir a los elencos que se enviarían.

A partir de 1991, la fiesta fue rotando por todo el país (en dos oportunidades tuvo lugar en Tucumán, la última por el Bicentenario de la Declaración de la Independencia de 2016), hasta completar las 37 ediciones el año pasado ya bajo el comando del Instituto Nacional de Teatro (INT), compartida entre Catamarca y La Rioja. Desde su inicio, sólo se suspendió una cita: la de 2020, el año de la pandemia de coronavirus que impidió los encuentros.

Por motivos muy distintos, la costumbre teatral de tener un festival no competitivo por año, en el que se priorizaba el compartir y el dialogar desde los escenarios y abajo de ellos, no tendrá lugar este año de ajustes y recortes presupuestarios. La decisión se consuma por los hechos, antes que por una resolución formal: eventualmente en la reunión del Consejo de Dirección que tendrá lugar el 10 de este mes haya mayor precisión, pero ya está descartada la Fiesta Nacional de este año; para el próximo. Aún no se sabe lugar ni fecha.

Justamente hace un año tuvo lugar la selección tucumana de los dos elencos que iban a participar del evento que no tendrá lugar. Los elegidos (“La nave de las locas: cinco payasas en busca de la matria perdida” y “Un ensayo sobre la Negra y el Negro”) representarán a la provincia cuando se realice la Nacional, si es que se hace en tiempos de incertidumbre.

Pionera

De la región NOA, Tucumán fue la primera provincia que había resuelto este aspecto, y luego la siguieron Jujuy, Salta y Santiago del Estero. En cambio, Catamarca lo concretará próximamente. Tampoco había tenido lugar la instancia local en otros distritos como Mendoza, San Luis, Formosa, San Juan, Entre Ríos y Santa Fe, que están recién cerrando la inscripción de los grupos por competir. Este fue uno de los argumentos esbozados para no concretar la fiesta ahora y diferirla para el próximo año. Pero, en el fondo, todo estuvo relacionado con los cambios en la política cultural nacional, que incidieron de lleno en el INT, al punto de poner en duda su continuidad como entidad. En la primera versión de la Ley Bases del gobierno de Javier Milei se postuló directamente su desaparición, lo que no tuvo aval. Sin embargo, los ajustes y recortes presupuestarios se hacen sentir y ponen en duda la subsistencia de muchas de sus líneas de acción.

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Por ejemplo, la delegación local del INT no tiene sede: desde la central se decidió no pagar más alquileres, así que se entregó la pequeña oficina que ocupaba en Monteagudo al 100. Tampoco se cubren viáticos y la caja chica debe ser usada exclusivamente para papelería. Como el resto de la administración pública nacional, se sigue trabajando con el presupuesto 2023, sin ninguna clase de actualización, por lo que el impacto de la inflación del último período debió ser absorbido sin más partidas.

Pese a los problemas, el delegado tucumano del INT, Roberto Toledo, anunció a LA GACETA que se realizará una fiesta provincial no competitiva ni selectiva (es decir, no incidirá en la Nacional) entre el 28 de octubre y el 10 de noviembre, en forma conjunta con el Ente Cultural de la Provincia, que está en etapa de diseño. El proyecto consiste en la presentación de las obras estrenadas en las últimas temporadas que quieran intervenir, con la posibilidad (aún en discusión) de que se elijan tres realizaciones para que concreten una gira por distintas localidades y salas de la capital a modo de reconocimiento.

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Asimismo, se facilitará la intervención de grupos del interior con la habilitación de tres sedes: San Miguel de Tucumán, Tafí del Valle y Aguilares, según la cercanía o pertenencia de los elencos.

Junto con las funciones, habrá plenarios y actividades paralelas, para generar un motor de acción y pensamiento sobre lo que está ocurriendo en la escena local y lo que puede pasar. Este mero hecho puede funcionar de revulsivo en momentos de dudas y creciente expectativa.